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¿Por qué un golpe en el hígado es tan devastador?

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El KO en sí es uno de los momentos más emocionantes de los deportes de combate. El público se desborda de algarabía cuando este tipo de finalización aparece en un ring de boxeo o en una jaula de MMA, pero hay un golpe que es devastador, para quien lo recibe, uno que cuando aparece nos deja claro que es el principio del fin de una pelea.

Bueno, primero que todo, tenemos que entender la diferencia entre un KO por un golpe en la cabeza y un golpe en el cuerpo. Un golpe en la cabeza hace que te desorientes, pero no te duele necesariamente. Al menos no en el momento. De hecho hay peleadores o boxeadores apodados como «mandíbula de granito», porque rara vez sufren las consecuencias de golpes duros a la cabeza.

Mientras que por otro lado están los golpes en el cuerpo, más precisamente en el hígado, esos que de seguro marcaran el final del combate y donde nadie es inmune, ahí no existe los torsos de granito. Y es que un golpe seco al hígado activará el Sistema Nervioso Autonómico, o ANS, y causará un dolor punzante que provocará un reflejo: el cierre involuntario del funcionamiento de su cuerpo.

El hígado es el órgano interno más grande en el cuerpo, y uno de los más vitales que tenemos. El daño al hígado puede llevar a la muerte. La pérdida de la función sin un trasplante rápido es 100% fatal, pero por qué un golpe en el hígado causa una reacción tan extrema en contraste con otras ubicaciones de órganos vitales en el cuerpo. La principal razón es su ubicación.

En esta captura de pantalla puede ver el hígado en el cuadrante superior derecho del abdomen. Es vulnerable porque solo está protegido por la parte más estrecha de la caja torácica y la capa delgada de músculo. Golpear debajo de la caja torácica, con una trayectoria ascendente y viajando a cinco metros por segundo, causará un trauma suficiente como para desencadenar la ANS. El hombre promedio golpea a aproximadamente seis metros por segundo. Los luchadores profesionales pueden golpear a velocidades que exceden el doble de ese número.

El hígado está lleno de tejidos, nervios y vasos sanguíneos. Cuando un extremo del hígado se expande, estos componentes interconectados se separan momentáneamente. Esto provoca una reacción en el nervio vago, el nervio más largo del sistema nervioso encefálico.

El nervio vago se extiende desde el cerebro hacia los órganos respiratorio, cardíaco y gastrointestinal. La angustia en el hígado, que desencadena el nervio vago, activa la respuesta del sistema autónomo que controla tanto las funciones simpáticas como las parasimpáticas en el cuerpo, una de las paradas involuntarias. Pero su cuerpo no se afloja ni pierde su mente como si pasa como resultado de un golpe de cabeza. En su lugar, su cuerpo se desplomará involuntariamente en el suelo y se colocara en posición supina o reclinada lateral derecha.

Una muestra empírica es lo que le sucedió a Brock Lesnar en su pelea contra Alistair Overeem, donde el ex campeón de UFC y WWE es impactado por un golpe seco en el hígado. Demosle crédito a «la bestia», quien fue capaz de dar unos pasos antes de sucumbir a los efectos de la patada.

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