Ocurrió en el UFC 154. El campeón peso welter, el canadiense George St. Pierre, volvía tras una cirugía de rodilla que lo tuvo cerca de 18 meses fuera del octágono. El desafío no era menor: para defender por séptima vez el cinturón, tenía enfrente al siempre peligroso e impredecible Carlos Condit, “The Natural Born Killer”, quien venía de ganar el título interino de la división ante Nick Díaz.
Con todo el público a favor en el Bell Centre de Montreal, GSP dominaba la pelea, y de hecho necesitó 100 segundos para anotarse con el primer takedown de la noche. Al final del primer round, “Rush” le sacaba brillo a su wrestling y castigaba en el ground and pound, conectando un codo izquierdo que hizo sangrar la parte superior del ojo derecho de Condit.
Pero llegó el round 3 y con él la belleza. Llegó ese momento en el que todos los asistentes se paran de sus asientos y la acústica de la arena parece un verdadero coliseo. El natural de Alburquerque sangraba profusamente en su rostro, dándole a la combinación que estaba por ejecutar las características épicas que necesitaba.
Fue en el segundo 28. Condit lanzó un jab izquierdo y GSP lo bloqueó. Luego vino un cross de derecha que no llegó a destino. Pero el campeón no bajó la guardia. Entonces apareció la magia. El instante en el que los flashes iluminan toda la jaula. El retador hizo un movimiento de cuello y cintura muy rápido, y GSP bajó su mano derecha. Se abrió la autopista. Y Condit no dudó en acelerar a fondo. Desde nadie sabe dónde, sacó una high kick de izquierda directa al rostro de GSP, quien cayó al suelo viendo moscas con jockey.
En el ground and pound, “The Natural Born Killer” estuvo alrededor de 50 segundos sobre GSP, intentando con codos y puños, pero sin poder finalizar. Luego el campeón se puso de pie y tras acertar una derecha lo llevó nuevamente al piso. En el cuarto y quinto round, GSP siguió dominando. Ganó justamente por decisión unánime (50-45 x2 y 49-46), capitalizando 7 de 8 intentos de derribo y conectando casi el doble de golpes significativos (71 contra 36).
En la entrevista post pelea, Joe Rogan le preguntó a GSP por la patada de Condit. “No la vi”, reconoció el campeón. “En el round anterior me dio un puñetazo en el ojo y mi vista estaba un poco borrosa. Nunca vi la patada. Lo que no se ve es muy peligroso».
Condit terminó decepcionado. Pero el público no. Dejó un momento para recordar. No fue KO. No pudo finalizarlo. Se podrá considerar un movimiento infructuoso. La joya que nadie compró. El postre que nunca llegó a la mesa. Pero no se puede negar que regaló una de las combinaciones más sorprendentes que se haya visto en el UFC. La Alburquerkick. Impredecible. Quizás poco ortodoxa. Cargada de la belleza, soltura y naturalidad que Carlos Condit está acostumbrado a exhibir en sus presentaciones. Una lección de patada alta para todos los amantes de las MMA.