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Por César Salazar
Cualquier aficionado o practicante de éste deporte sabe cuán doloroso es escuchar la palabra “lesión” al momento de sufrir algún accidente involuntario en los entrenamientos. Es considerado como uno de los fantasmas más temidos en las MMA, porque es capaz de truncar carreras, echar abajo atractivos combates, y por supuesto, complicar seriamente el orden de las carteleras estelares, al punto de tener que cancelar un evento completo, tal como ocurrió con el UFC 151: Jones vs Hendo.
En el marco de los entrenamientos, todo competidor profesional sabe que cada pelea es un desafío y que es de vital importancia tener una preparación adecuada. Sin embargo, quiero enfocar la mirada a lo que está sucediendo actualmente con las lesiones de último minuto, a mi parecer, el gran riesgo que toman algunos atletas de entrenar duro hasta llegar al día de su pelea, aunque también lo comprendo, en este deporte se requiere de mucho sacrificio y a veces es muy difícil salvarse de una lesión.
Un estudio realizado por la facultad de emergencias médicas de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, Estados Unidos, confirmó que el promedio de las lesiones en cada evento de MMA es por sobre el 24% y que ha ido en aumento debido a que los peleadores optan por volver a entrenar lo más pronto posible y a su vez, lograr cerrar más combates durante un año, evitando en varios casos las recomendaciones médicas y acortando el descanso correspondiente. Quizá no todos siguen estos consejos. Para mí, son parte de una conducta irresponsable y poco profesional.
A pesar de la seguridad que entrega el uso de vendas, bucales, guantes, canilleras y cabezales, siempre sucede algo inesperado en los entrenamientos que frustra el sueño de algún peleador esforzado por lograr una meta importante. Por ejemplo, pienso en la desafortunada lesión que sufrió el chileno Rodrigo “Romano” González, cuando faltando menos de 1 semana para su pelea en Estados Unidos, tuvo que bajarse del evento TitanFC 38 por un profundo corte en el párpado derecho, lo cual impidió concretar la que quizás sería su pelea más importante.
Aquí me surge una duda, ¿Cuándo es necesario detener una sesión de sparring? Sabiendo a conciencia que podríamos estar arriesgando más por tan sólo llegar en mejor forma al combate. Una lesión de último minuto es lo peor que le podría suceder a un competidor profesional, más aún si se vuelve una lesión crónica.
En conclusión, considero que una preparación para un combate, sin la cuota necesaria de prudencia, es comenzar perdiendo la pelea, con el gran riesgo de no llegar a la misma. Alguna vez oí: “No se exige que un hombre corra más aprisa de lo que sus fuerzas le permiten, sino conviene que sea diligente para que así gane su recompensa, por tanto, todas las cosas deben hacerse en orden”. Aquí aplica. Ningún peleador profesional debe olvidarse que un buen descanso es también parte del entrenamiento.
Evitemos las lesiones de último minuto.